sábado, 4 de octubre de 2014


Una pasión que intenta blindarse


En Medellín se llevó a cabo la octava versión de La Fiesta del Libro y La Cultura. Evento que contó con la participación de grandes invitados internacionales, entre ellos el escritor y periodista mexicano Alejandro Almazán, ganador del premio de periodismo Gabriel García Márquez en el año 2013. Compartió sus experiencias en el ámbito periodístico, durante un conversatorio realizado en el Parque Explora el 12 de septiembre del 2014.

El periodismo es su pasión, basta escucharlo hablar unos segundos para notar que es una profesión que le corre por las venas. En su rostro refleja el amor que siente por ella. A pesar de las dificultades, guerras, problemas sociales y riesgos que trae consigo muchas veces ejercerla, continúa firme en el camino con deseos de seguir plasmando las crueles realidades que se tejen en la sociedad carente de igualdades y dignas condiciones de vida. Esta sociedad amedrentada por unos cuantos que se toman el poder a la fuerza buscando con ello intimidar, coartar y silenciar miles de voces.

“Alto. Prensa, no disparen”, es una frase que se ha vuelto cada vez más común. Ha sido plasmada en carteles y pronunciada a viva voz por periodistas, fotógrafos y reporteros que intentan cumplir con su trabajo, muchas veces en medio de situaciones en donde está en vilo la vida. La vida ese regalo supremo que no se compara con nada, pero a la que en muchas ocasiones le han puesto precio. Deudas millonarias e incluso deudas irrisorias como mil pesos han cobrado más de una.

A pesar de los peligros que trae consigo ejercer el periodismo en algunos países, hay personas que se rehúsan a dejar a un lado esta profesión. Alejandro Almazán es uno de ellos, “me casé con el periodismo, hasta que la muerte nos separe”, expresó. Una frase bastante contundente que deja entrever el amor que siente por su profesión.

Varias veces se ha tenido que hacer pasar por maestro en sus procesos investigativos, como él mismo dice, “ya no conviene decir, soy reportero porque te señalan”. Esto puede frustrar significativamente el trabajo de reportería, y con ello, dejar a medias sus futuras producciones periodísticas. México es un país golpeado fuertemente por flagelos como la violencia y el narcotráfico. Allí, el periodismo se ejerce con mucho temor. “El miedo es el que te pone el protocolo. Todos los días estás con una adrenalina brutal”, indicó Almazán. Pero ahí no termina todo. El periodismo en ese país tiene cada vez menos adeptos.

“En México hay menos escuelas de comunicación porque nos matan”, manifestó Alejandro Almazán. Cada vez se reducen las instituciones que ofrecen dicha carrera. Las condiciones para ejercer no son las mejores. Las amenazas y asesinatos son armas de intimidación que han obligado a muchas personas a desistir de su sueño de ser periodistas. 

Ya casi nadie quiere hablar del tema, es un riesgo inminente. Ser periodista en México es complicado. Y bueno, ni hablar en Colombia, donde las intimidaciones, secuestros y asesinatos a estos profesionales hacen parte del diario vivir. Muchos ejercen con temor, otros deciden hacerse a un lado y buscar otros horizontes donde su vida no corra tanto riesgo.

En Antioquia la última voz silenciada fue la de Luis Carlos Cervantes, periodista del municipio de Tarazá asesinado el 12 de agosto del año en curso en dicho municipio.

Quién sabe cuántas voces más dejarán de emitir su eco. Es una incertidumbre constante en la que muchos se encuentran. Decir o no decir, publicar o no publicar. El miedo danza en medio del deseo y la pasión, Alejandro Almazán expresó que “para mí el periodismo es lo que me mueve”.

Sé que muchos de sus colegas piensan lo mismo. Por eso siguen firmes en su camino a pesar de las condiciones en la que se ejerce. A pesar de poner muchas veces la vida en riesgo. De por medio existe una pasión que está blindada, tal vez del miedo, pero no de la muerte.

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