jueves, 18 de febrero de 2010


ENTRE CINTAS AMARILLAS


Todos los días en algún rincón de la ciudad se ven cintas amarillas, y a sus alrededores decenas de personas que buscan saciar su curiosidad. Zonas acordonadas que paralizan el tráfico vehicular y generan una serie de emociones. -Algo ha pasado- dicen quienes las ven de lejos y no dudan un minuto en acercarse.

Un hombre yace en medio de las calles de un barrio al occidente de Medellín. Fue abaleado y no resistió a los impactos que, al parecer, dos sujetos le propinaron. Rostros de asombro, tristeza y desolación se ven a los alrededores. Su esposa está en el lugar de los hechos y mira con dolor como los hombres del CTI realizan el levantamiento de su amado. Y es que la vida se pierde en el instante menos pensado, en el momento menos imaginado.

Muchos viven con temor, no quieren ser los nuevos protagonistas de estas historias marcadas de crueldad, de impotencia a causa de unos cuantos que hacen justicia por sus propias manos, o que simplemente actúan por actuar, sin medir las consecuencias de sus acciones.
Es triste saber que muchas voces se apagan a diario debido a la violencia, esa, que ha silenciado a más de uno.