domingo, 25 de diciembre de 2016


La vejez: el peso de los años 


Teresa Sánchez tiene 70 años. Nació en Medellín. Nunca tuvo hijos. Tampoco se casó. De hecho solo ha tenido un novio a lo largo de estas siete décadas, Luis Hugo Quiroz, su único amor, al que un accidente de tránsito le arrebató para siempre. Desde ese momento supo que no quería volverse a enamorar, para evitar el sufrimiento que trae consigo la ausencia, la pérdida de un ser amado. Hoy lo recuerda con menos nostalgia que antes, sabe que el pasado quedó atrás y que solo puede mirar hacia adelante y pensar en los años que le quedan.
Vive en una pensión ubicada en el barrio Boston. Debe pagar mensualmente 172.000 pesos por una pieza pequeña. Solo tiene un nochero, una cama y un ropero. El lugar es una casa de una planta. En ella habitan un total de 37 personas, las cuales deben compartir tres baños. La comida debe rebuscársela por su cuenta.
Según la Ley 1276 de 2009 “se consideran personas adultas mayores a mujeres y hombres que tienen 60 años o más. También pueden ser personas mayores de 50 años cuando se encuentran dentro de las poblaciones en riesgo, y sus condiciones de desgaste físico y mental así lo determinen". En Medellín existe una Política Pública de envejecimiento y vejez, producto del Acuerdo número 08 de 2012, el cual tiene como objetivo consolidar una cultura alrededor de la protección de los derechos de esta población.
El  Plan de Desarrollo Medellín cuenta con vos 2016-2019 incluye el Programa: Por un envejecimiento y una vejez digna. En el cual se tienen inicialmente, destinados 115.824 millones de pesos. Según el Departamento Administrativo de Planeación (DAP), en la ciudad hay aproximadamente 2.486.723 habitantes, de los cuales alrededor de 395.767 son adultos mayores. Lo que representa el 15,9% del total de la población.
Teresa ha tenido diferentes trabajos a lo largo de su vida. Laboró por varios años en una empresa de confecciones. Llegó a cuidar niños y hasta hizo arepas. Hace 16 años decidió vender dulces a las afueras de un almacén de cadena ubicado en el barrio Suramericana. Desde entonces, trabaja de lunes a viernes de 10:00 a.m.  a 6:00 p.m. con una chaza roja llena de confites, chiclets y cigarrillos colgada en el pecho.
Hace varias semanas se enfermó, así que decidió consultar qué tenía con un médico particular que le cobró $25.000 por atenderla. El diagnóstico fue un fuerte virus y una infección en el oído. Este le recetó medicamentos, pero su situación económica no le permitió conseguirlos todos.
Teresa no tiene Eps y tampoco Sisbén. El poco dinero que gana lo debe utilizar para su sostenimiento. Ante este percance de salud se vio obligada a guardar reposo. “Lina, una señora que vive a tres cuadras de la pensión, me prestó una platica con la que estoy subsistiendo. Por ahora no estoy trabajando, pero con la ayuda de Dios cuando me sienta mejor voy a volver”, manifiesta. Todavía se siente frágil. Bajó mucho de peso, no sabe cuánto, pero tiene claro que su cuerpo lo refleja. “Estoy en los huesos”, señala.
El primero de octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas Mayores, mientras que en Colombia, se celebra el 28 de agosto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) esta fecha “es una oportunidad para poner de relieve la importante contribución de las personas mayores a la sociedad y para concienciar sobre los problemas y los retos que plantea el envejecimiento en el mundo actual”.
Una investigación de la Universidad Externado de Colombia señala que el 75 por ciento de los adultos mayores del país no recibe ninguna pensión. Hecho que demarca un futuro incierto para ellos, pues ante la escasez de recursos económicos y la imposibilidad de laborar, por su avanzada edad, surgen una serie de incertidumbres y problemáticas al respecto. A esto se le suma, que en muchas ocasiones no cuentan con el respaldo de sus familiares.
El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses señala que entre enero y agosto del año en curso se han registrado en el país 154 suicidios de personas de esta población, de los cuales 19 se registraron en Antioquia. Situación que ubica al departamento en el primer lugar a nivel nacional dentro de esta problemática.
Entrevista realizada a Alexánder Echeverri, especialista y magíster en intervención psicosocial
¿Cómo ve el papel de los adultos mayores dentro de la sociedad?
Muchas culturas tienen al adulto mayor como sinónimo de sabiduría, ya que a través de su memoria a largo plazo tienen la posibilidad de contar y remembrar toda una historia de generación en generación, como por ejemplo pasa en la cultura israelita. Muchas veces los adultos mayores son rechazados, pero aquellos que han consolidado una familia fundada en valores, respeto y unidad gozan de la compañía de sus seres queridos, sin embargo, los que no tienen fortalecidos esos lazos pueden ser abandonados.
¿Por qué cree usted que terminan los adultos mayores en un asilo?
Una de las razones es el abandono por parte de los más allegados, el cual se debe también, en ocasiones, a una repercusión dentro de la propia historia de los adultos mayores, tal vez en algún momento abandonaron su núcleo familiar. A veces las personas que tienen muchas enfermedades se convierten en un lastre, en una carga para la familia y, se vuelve insostenible, tener a alguien en esas condiciones. Por lo tanto, las familias recurren a espacios como centros geriátricos para que allí les ayuden a sus seres queridos a terminar en unas mejores condiciones la etapa de la vejez.
¿Según medicina legal el abandono y la depresión son las principales causas de suicidio dentro de esta población, qué opina usted al respecto?
Aspectos como el abandono hacen que una persona no se sienta parte de una comunidad, un espacio, una familia. Por ende, se crea un estado de soledad que no le va a permitir tener una razón o un proyecto de vida al adulto mayor. En la medida en que se sienten solos e inútiles entran en un estado de depresión que los puede llevar al suicidio. Este tipo de conductas se puede presentar en cualquier persona que sienta que no hace parte de un círculo social.
¿Qué recomendaciones les daría a las personas que tienen adultos mayores dentro de su núcleo familiar? 
Es importante hacerle sentir a los adultos mayores que son útiles. Que su sabiduría es importante. Es indispensable que estén activos, dentro de sus posibilidades. Que hagan parte de espacios con personas en sus mismas condiciones. Que se sientan apoyados y protegidos por su propia familia.
¿Qué medidas considera que deberían tomar las instituciones del Estado en cuanto a esta población?
Una de las medidas sería darle una mejor calidad de vida a estas personas, ya que existen distintos centros, por ejemplo de caridad, otros donde se les da una atención primaria: alimento, vestido, cuidados paliativos. Además hay otros que tienen una mejor cobertura, más posibilidades, pero dependen de las capacidades económicas de cada uno. A los centros precarios debe ofrecérsele un mejor acompañamiento. El Estado debe brindarle apoyo desde lo físico y lo mental a esta población. Es importante que cuenten con un buen asistencialismo, pues son personas que se convierten en dependientes de otras.
En el barrio La Floresta, al Occidente de Medellín, se encuentra el Hogar Mi Querido Viejo, una obra social fundada hace 26 años por el entonces sacerdote de la Parroquia La Inmaculada, Ernesto Villegas, quien tomó la iniciativa de velar por el bienestar de los adultos de la tercera edad, menos favorecidos del sector.
Esta obra es sostenida en su mayoría, gracias a la comunidad, la cual a través de alimentos, aportes económicos, medicamentos y elementos de aseo contribuye con esta causa. Quienes aportan al sostenimiento del lugar lo hacen dirigiéndose al despacho parroquial. Allí se reciben las ayudas y se encargan de direccionarlas para que lleguen al asilo, el cual se encuentra ubicado a una cuadra y media de distancia, aproximadamente.
“Yo llevo cuatro años llevándole medicamentos a las personas del asilo. María Eugenia Yepes es la hermana y secretaria del padre Jorge Alberto, ella es la persona encargada de recibir las ayudas. Un día tuve la oportunidad de entrar al Hogar Mi Querido Viejo y ver en qué condiciones vivían los ancianos, es un lugar muy agradable”, señala Antonio Rodríguez, habitante del sector.
Este hogar está ubicado en una casa de dos pisos. Algunos habitantes del barrio desconocen la presencia del asilo destinado a velar por aquellos que poco a poco, por diferentes circunstancias de la vida, han quedado en el olvido, pero que encuentran en el mismo espacio la posibilidad de convivir y hacer más llevadera la última etapa de la existencia.
Existen asilos públicos y privados. Algunos se sostienen gracias a la generosidad de la gente, como por ejemplo es el caso de El Hogar Mi Querido Viejo, pero hay otros, como el Refugio Santa Ana, ubicado en el barrio Calasanz, en el que se debe pagar una mensualidad por cada adulto mayor que se desee tener allí. Hay dos tarifas: $1.600.000 y $1.800.000. Se puede elegir entre pabellón general o habitaciones individuales.
Las condiciones en las que se lleva esta etapa de la vida están netamente ligadas a la situación económica que se tenga y al núcleo familiar. Se puede vivir en asilos de caridad o en hogares amplios con una gran cantidad de comodidades, todo depende de los recursos que existan de por medio.
Algunas personas, como Teresa, viven solas en una pensión, otras ni siquiera tienen un techo donde refugiarse. Esta etapa para muchos es hermosa, pero para otros es un verdadero martirio por las condiciones en las que deben sobrellevarla.
En la ciudad existen varios Centros de Vida, lugares en donde se les brinda una atención integral a los adultos mayores. La Alcaldía de Medellín tiene previsto incrementar el número de estos espacios para beneficiar así a más de 1.900 personas.
Teresa suele ir a misa a la Iglesia de la Candelaria. En Dios encontró un amparo para sobrellevar la soledad en la que vive, y en los libros, un refugio enriquecedor que nutre su ser. Tiene varios hermanos, pero hace mucho tiempo no los ve. De hecho, a Óscar Iván, uno de ellos, lo vio por última vez hace 14 años. Le duele saber que la han dejado en el olvido y que todos viven en unas buenas condiciones, al punto de tener varias propiedades.

“Hay gente de muy buen corazón que lucha  por sus papás hasta que los entierra. En cambio hay otros que los abandonan, como que les estorban ya por su edad. Sería ideal que la gente tuviera más buenos sentimientos y que no los despreciaran.”, apunta Teresa.

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