Mentir, el verbo predilecto de muchos
Todos los seres humanos
alguna vez en la vida han llegado a mentir. Muchos en la infancia en medio de
la inocencia, otros en la adultez bajo un grado de conciencia elevado. El caso
es que la mentira ha estado presente en la existencia de todos, aunque algunos digan
que jamás se han valido de ella.
La
mayoría de las veces las mentiras se quedan en eso, mentiras, pero hay
ocasiones en donde por cosas del destino se da a conocer la realidad tarde que
temprano
Hay un refrán muy popular que dice: “Más
rápido cae un mentiroso que un cojo” y creo que es sumamente cierto. A veces
transcurren meses o hasta años y muchas personas siguen firmes en el camino de
su vida sosteniendo una o varias mentiras a como dé lugar. En la política sí que
hemos visto la presencia de estas.
Algunos
funcionarios públicos que se ufanan de tener ciertos títulos profesionales,
pero que a la larga no son más que una farsa. Valerse de estrategias como la
falsificación de diplomas para ascender en el escalafón profesional y así
obtener más ingresos, es realmente reprochable. Este es el último escándalo que
envuelve al Congreso de la República, ¡qué esperanzas!.
Para
algunos mentir es un hobbie, una necesidad, un placer. Hay mitómanos que
deambulan de un lado para otro. Personas a las que nadie sabe qué creerles, por
la constancia con la que mienten ¿cómo descubrir una mentira ante un experto en
el tema? A veces el tiempo se encarga de revelar los sucesos dejando las mentiras
al descubierto. No queda más remedio que conocer la verdad y desilusionarse de
los hechos, y de paso, de la persona artífice de los mismos. Nadie está exento de mentir, aunque cabe reconocer que existen seres que no conciben su vida sin la presencia de este verbo, cada quién decide si teje historias ficticias o reales.
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